NOTICIA:
"Ahora miras el precio en las estanterías mucho más que antes y comparas cuando vas al supermercado. Aquí es distinto, está todo más visible y ya te cantan los tenderos cuánto vale cada cosa. Es otra manera de comprar". Elisa visita el mercado de Els Encants, o Fira de Bellcaire, desde hace algunos años y asegura que ahora hay más gente que nunca. "Que venga más gente no significa que compren más, en absoluto", replica Joan Damià, director de este mismo mercado.
Los encargados de la venta ambulante de este mercado catalán aseguran que sus ventas después del verano no han bajado drásticamente, pero tampoco han subido, como sucedía en años anteriores cuando se acercaba la Navidad. Una situación similar están viviendo la mayoría de los 8.000 mercadillos que funcionan en España y que dan empleo a más de un millón de personas.
Para encontrar la razón de este parón de ventas hay que echar la vista atrás. "Hemos resistido bastante bien los anteriores envites de la economía durante los últimos 30 años, pero ahora el comercio ya no es igual, ha evolucionado y los canales de distribución se han multiplicado", dice Juan Rojas Guerrero, presidente de la Confederación Española de Organizaciones de Comercio Ambulante.
La hora de la verdad
Los vendedores ambulantes se enfrentan ahora a tres problemas que en anteriores crisis -la del 87 y la del 92- no sufrían: la aparición de grandes cadenas, sobre todo dedicadas al textil y menaje para el hogar -que han extendido sus redes por todo el país a precios muy competitivos-; la llegada del dinero de plástico, que permite en ocasiones retrasar el pago de las compras; y, por último, la entrada masiva de productos asiáticos, que abarata el precio de venta al público.
"El mercadillo siempre ha sido la superficie comercial más competitiva allá donde se instale, pero necesitamos modernizarnos, por ejemplo en el tema del pago con tarjeta, para poder hacer frente a las nuevas formas de comprar de los consumidores", dice Rojas. El presidente de la Confederación indica que la batalla de los precios "no está perdida", pero la proliferación de establecimientos "modernos" en los que también se pueden comprar camisetas por siete euros. Marcas como H&M o Primark, con precios competitivos, se han convertido en un desafío para este sector.
Las rebajas no llegarán este año a los mercadillos. "La afluencia de clientes siempre significa que hay más gente que puede comprar, sobreviviremos a la crisis ya que nosotros siempre hemos hecho ofertas", asegura Eduardo Salazar, portavoz del mercadillo de Zaragoza. La atomización del sector y la parte de la venta ambulante que funciona de manera ilegal, casi un 20%, dificulta la puesta en marcha de medidas conjuntas para coordinar políticas de precios, por ejemplo.
Aunar intereses
"Es muy difícil conjugar los intereses de todos. Cada uno vende productos diferentes y trata por separado con sus proveedores y después cada mercadillo es una unidad comercial por sí misma que funciona de manera independiente", explica Rojas Guerrero.
Hay comunidades autónomas, como Cataluña y Madrid, en las que las asociaciones de venta ambulante sólo están agrupadas y coordinadas a la hora de pedir espacios y negociar las tarifas por cada puesto que montan en el mercadillo. El presidente de la Confederación asegura que sí se trabaja por una política unitaria para desarrollar actividades de promociones y marketing en diferentes comunidades, pero, por ahora, los resultados son escasos.
"Para ganar la clientela que ahora viene sólo a mirar al mercadillo tenemos que hacer lo de siempre, rotar la mercancía lo máximo posible, pero bajando aún más los márgenes", dice.
Joan Damià asegura que muchos de los nuevos clientes que llegan lo hacen por "curiosear" y asegura que sí se nota que el tipo de gente que viene "parece que llega de otro nivel". Además de los nuevos clientes, supuestamente de un poder adquisitivo más elevado, los inmigrantes también han aumentado sus visitas al mercadillo.
Joan Damià asegura que muchos de los nuevos clientes que llegan lo hacen por "curiosear" y asegura que sí se nota que el tipo de gente que viene "parece que llega de otro nivel". Además de los nuevos clientes, supuestamente de un poder adquisitivo más elevado, los inmigrantes también han aumentado sus visitas al mercadillo.
El textil sufre más
Pero si hay algún producto afectado por el parón del consumo en el comercio ambulante es el textil y la confección. "Es lo más preocupante ahora mismo", asegura Rojas Guerrero. Los últimos datos sobre venta de moda apuntaban a que un 4% de las ventas de este tipo de productos se hacían en mercadillos.
Las cifras indican que, de media, casi el 27% de la población visita habitualmente este tipo de comercio. Los que más se acercan son los andaluces, ya que un 47% de ellos asiste periódicamente a mercadillos de todo tipo. Extremadura y Castilla La Mancha también son asiduos. ¿Los que menos? "La cornisa cantábrica, no hay una explicación concreta para este fenómeno", comenta Rojas.
A pesar de la presencia semanal de los típicos puestos, no existe un registro actualizado de ventas en el sector del comercio ambulante. Desde el Ministerio de Economía y el INE aseguran no disponer de ningún dato actualizado. Para hacer una aproximación económica al sector hay que viajar hasta el año 1989.
En esa fecha la Confederación de Organizaciones de Comerciantes Ambulantes calculó que la venta ambulante movía en España más de 50 millones de euros anuales. Como ellos mismos reconocen, muchas cosas han cambiado desde entonces.
ANÁLISIS:
En época de crisis hay que ser cauteloso y recoger esas monedas de 1céntimo que están en las aceras que en otro momento habrías considerado con un coste de oportunidad inferior al de agacharse a recogerla.
Esta crisis es distinta a las demás porque el mundo se ha globalizado aceleradamente y han surgido los grandes monstruos comerciales que tienen en su poder la mejor táctica para reducir los precios que es la economía de escala. Esta consiste en producir enormes cantidades del producto para así repartir el valor añadido total entre más cantidades, quedando el total del precio de un solo producto, inferior al anterior si se hubiesen producido menos unidades, ya que tocarían a más valor añadido en el reparto del total del mismo.
Esta táctica es impensable para los mercadillos y esto les hace menos competitivos respecto a los fabricantes a escala.
Las ventas ambulantes siempre han tenido precios bajos porque desde la producción del producto hasta las manos del vendedor no existían más de un par de intermediarios (fabricante, transporte…), pero hoy en día esos intermediarios han aumentado su número y para que todos ellos cobren lo mismo que cobraban antes hay q subir el precio final del producto. Es decir, comprábamos en mercadillos porque al tener menos intermediarios conseguían que el precio final del producto fuese inferior al de las tiendas, ya que éstas tienen una cadena bastante más amplia hasta que consiguen el producto final y esto iba encareciendo poco a poco el precio, haciéndoles menos competitivos, en este sentido, que los anteriores. Pero al introducir nuevos intermediarios en la cadena de los mercadillos esos precios competitivos ya no lo son, y si a esto le unes que “los grandes” cuentan con economías de escala y que los productos importados de China tienen precios inferiores debido a su bajo coste de producción por los bajos salarios y la falta de condiciones y sindicatos chinos que regulen el trabajo, obtenemos como resultado que esto es una guerra de precios y gana el que consiga el menor, por lo tanto los mercadillos ya no son competitivos y los gigantes y productos de bajo coste importados se los pueden comer.
Es sencillo, si te gusta algo y tienes dinero te lo compras directamente, pero si te gusta y no tienes dinero comparas precios hasta conseguir el más bajo, y además, como dice el anuncio: te das “el gustazo de comprar al mejor precio”.
Esta crisis es distinta a las demás porque el mundo se ha globalizado aceleradamente y han surgido los grandes monstruos comerciales que tienen en su poder la mejor táctica para reducir los precios que es la economía de escala. Esta consiste en producir enormes cantidades del producto para así repartir el valor añadido total entre más cantidades, quedando el total del precio de un solo producto, inferior al anterior si se hubiesen producido menos unidades, ya que tocarían a más valor añadido en el reparto del total del mismo.
Esta táctica es impensable para los mercadillos y esto les hace menos competitivos respecto a los fabricantes a escala.
Las ventas ambulantes siempre han tenido precios bajos porque desde la producción del producto hasta las manos del vendedor no existían más de un par de intermediarios (fabricante, transporte…), pero hoy en día esos intermediarios han aumentado su número y para que todos ellos cobren lo mismo que cobraban antes hay q subir el precio final del producto. Es decir, comprábamos en mercadillos porque al tener menos intermediarios conseguían que el precio final del producto fuese inferior al de las tiendas, ya que éstas tienen una cadena bastante más amplia hasta que consiguen el producto final y esto iba encareciendo poco a poco el precio, haciéndoles menos competitivos, en este sentido, que los anteriores. Pero al introducir nuevos intermediarios en la cadena de los mercadillos esos precios competitivos ya no lo son, y si a esto le unes que “los grandes” cuentan con economías de escala y que los productos importados de China tienen precios inferiores debido a su bajo coste de producción por los bajos salarios y la falta de condiciones y sindicatos chinos que regulen el trabajo, obtenemos como resultado que esto es una guerra de precios y gana el que consiga el menor, por lo tanto los mercadillos ya no son competitivos y los gigantes y productos de bajo coste importados se los pueden comer.
Es sencillo, si te gusta algo y tienes dinero te lo compras directamente, pero si te gusta y no tienes dinero comparas precios hasta conseguir el más bajo, y además, como dice el anuncio: te das “el gustazo de comprar al mejor precio”.
Cristina Larena Torés
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