sábado, 20 de diciembre de 2008

LA DEFLACIÓN

- Toc, toc.
- ¿Quién es?
-La deflación.

Si la situación se complica la deflación podría llamar a nuestras pue
rtas por lo que es necesario que nos asomemos a la mirilla, agudicemos la vista y sepamos reconocerla de antemano.

¿QUÉ ES LA DEFLACIÓN Y QUÉ LA PROVOCA?
La deflación es el fenómeno contrario a la inflación, esto es, la caída continuada y generalizada de los precios. Sin embargo, no debemos confundirla con la desinflación, que es la reducción del crecimiento de los precios, sin llegar a ser cero.
Partiendo del comienzo de la crisis y basándonos en el modelo circular de la renta, vemos cómo la crisis se ha dirigido hacia la deflación: en un comienzo, desde el mercado exterior llegan al mercado financiero inversiones e hipotecas de alto riesgo, distribuidas por todo el sistema como consecuencia de objetivos cortoplacistas, es decir, vender lo antes posible sin mirar a quién. Cuando la burbuja especulativa se rompe la confianza en los hogares cae y el consumo se reduce, con lo que disminuyen los ingresos de las empresas, que envueltas en gastos acuden a los bancos para obtener ayuda. Pero los bancos, también con el agua hasta el cuello, no la conceden y las empresas deben bajar los precios en busca del equilibrio. El Estado, consciente de la situación, envía dinero a los bancos para que distribuyan el crédito a familias y empresas, pero los bancos también desconfían y por ello -y porque hay agujeros que tapar y dividendos que repartir- no prestan el dinero. En esta tesitura, las empresas buscan recortar por el lado de la oferta para hacer frente a la insuficiencia de demanda agregada y como los salarios se resisten a la baja, las empresas deben recurrir al despido. Volviendo a las familias, los parados buscan consumir lo menos posible y los que conservan el empleo, buscan ahorrar lo máximo posible por si fueran despedidos. Entonces, las empresas se ven obligadas a bajar los precios otra vez, con lo que no necesitan tantos trabajadores: nuevos recortes y la actividad empresarial se frena. Viendo que los precios de muchos productos tienden a caer constantemente, a menos que sea muy necesario, las familias no tienen prisa por comprar, con lo que de nuevo cae la demanda, bajan los precios... y si esto se prolonga durante mucho tiempo, llega la deflación.

Aunque todos los países estemos sufriendo en mayor o menor medida esta situación, en Estados Unidos, Reino Unido o incluso China están en riesgo de adentrarse en ella. En Europa, en cambio, el presidente del Banco Central Europeo, Trichet, afirma que “pese a la caída de la inflación no habrá deflación”. El principal objetivo del BCE es la estabilidad de los precios y considera que cuentan con suficientes instrumentos de política monetaria para que la inflación se eleve. Por nuestra parte, en España se espera que el IPC registre tasas muy bajas para 2009 pero que no llegue a ser negativo. Si lo fuera sería, según apuntó Vergara, secretario de Estado de Economía, “por los efectos base del precio del crudo”. Por otro lado, cargamos con el problema añadido de la crisis del sector inmobiliario, que podría solventarse impulsando otros sectores como el I+D+I.

¿CÓMO SE FRENA LA ESPIRAL DEFLACIONISTA?
La respuesta obvia es “aumentando el consumo”. Pero no se puede forzar a los consumidores a comprar. Por otra parte, una bajada de los precios, dadas las expectativas que ya tienen los consumidores, no traería efectos positivos.
Otra respuesta sería “aumentando el empleo”, que tranquiliza a los consumidores y les incentiva al c
onsumo pero, dada la situación que acabamos de explicar, no parece que las empresas vayan a crear puestos precísamente ahora.
Entonces, si la solución no está en manos de los agentes privados, debemos buscarla en el sector público, que o bien presiona a los bancos para que las ayudas lleguen a familias y empresas, o bien desarrolla políticas expansivas, que son básicamente dos:
-Política fiscal mediante un aumento del gasto, como puede ser aumentando el nivel de endeudamiento -que como consecuencia negativa podría provocar un efecto expulsión de la inversión-, o bien disminuyendo la presión fiscal para que haya mayor renta disponible – aunque se corre el riesgo de que los hogares opten por ahorrar ese dinero extra, en lugar de destinarlo al consumo-.

-Política monetaria, es decir, devaluaciones -opción que ha quedado fuera de nuestro alcance y d
epende de las actuaciones del BCE- y bajadas de los tipos, pero unos tipos bajos son pólvora mojada si no hay concesión de crédito.

Conclusión: el Gobierno está agotando su única baza, la política fiscal expansiva, para dar sacar al país de la recesión; debe lograr que el dinero prestado a los bancos llegue a los hogares y a las empresas; debe apostar además por la innovación y en caso de quedarse sin herramientas, deberá esperar una actuación monetaria por parte del BCE. Y todo esto para reactivar el consumo -que reactiva la producción, que aumenta el empleo, etcétera, etcétera-. Lo que está claro es que esto no puede seguir así. ¡España, consumamos! Por mi parte yo, Econovata comprometida con la economía, me voy de compras mañana sin falta.

María Osa

Fuentes:
www.ine.es
http://www.eleconomista.es/espana/noticias/912857/12/08/El-Gobierno-descarta-que-Espana-entre-en-un-periodo-de-deflacion.html
http://www.intereconomia.com/es/informacion_financiera/claves/20081204413_Trichet-rebaja-los-tipos-por-la-disminucion-inflacion.html


1 comentarios:

Econovatas dijo...

el gran problema es la falta de confianza. Ya no se confía ni en el vecino, bueno que digo en el vecino si en estos momentos hay quien no puede confiar ni en su propia familia.

Pero hay que superar esa crisis de confianza y seguir consumiendo, tenemos que seguir saliendo a divertirnos, pensad que sereís uno de los salvadores del país.